Eliseo sana a Naamán

2 Reyes 5:1-15
Eliseo sana a Naamán
En esta lectura, se nos presenta a Naamán, un hombre de mucho prestigio que tenía el favor del  rey de Siria pero tenía lepra. Oyendo de una muchacha israelita, que fue capturada y puesto como criada a su esposa, que si fuera a ver al profeta en Samaria seria sanado, Naamán le pide al rey permiso a ir. El rey creía que el rey de Israel era capaz de sanarlo. Eliseo se enteró de la angustia del rey de Israel, le mando un mensaje que Naamán lo viniera a ver.
Cuando Naamán llego a la puerta de la casa del profeta, otro mensajero de Eliseo le dijo que se zambutiera siete veces en el rio Jordán y seria sanado. Naamán se enfureció y se fue quejándose que las aguas de su propio país eran mejor que las de Israel y que ni seguirá salió el profeta a ver lo a invocar el nombre del Señor su Dios. Las sirvientes de Naamán le aconsejaron que si el profeta le hubiera mandado a hacer algo complicado lo hubiera hecho de prisa, con más razón debiera zambullirse en el rio Jordán. Fue al rio y se zambullo los siete veces y fue sanado.


Como Naamán era soldado estaba acostumbrado a hacer “grandes cosas” para lograr sus metas. No creía que algo tan simple como hundirse en las aguas del rio Jordán sería suficiente para sanarlo. Muchas veces nosotros también no creemos que algo simple logrará lo que deseamos. Para Naamán, el orgullo de ser favorecido por el rey le dejo creyéndose que él tenía el derecho de ser sanado. Lo que le pidió hacer el profeta era un acto de humildad o sumisión.  Por eso Naamán no querría hacerlo. Cuando nos sometimos a lo que Dios quiere, somos “sanados”.






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