XIII Domingo Ordinario


 Aleluya, aleluya.
Habla, Señor, que tu siervo te escucha.
Tú tienes palabras de vida eterna.
 Aleluya, aleluya.



En el evangelio de hoy, San Lucas nos habla de cómo deben ser sus discípulos.

Cuando ere su hora a ir a Jerusalén a morir, Jesús empieza su viaje con los discípulos. Tratan de parar en Samaria pero los samaritanos no los quieren porque van a Jerusalén. Santiago y Juan quieren llamar fuego del cielo para exterminarlos. Jesús los reprende.

Luego se encuentra con unos hombres que dicen que lo quieren seguir, pero necesitan hacer otras cosas primero. Jesús tiene una respuesta para cada uno: “"Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza"; "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios" y "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".

Cada respuesta nos deja con el mensaje que Dios nos dará lo que necesitamos para seguirlo y Él se encargará de todo lo demás.

Hay muchas veces donde juzgamos a otros y queremos “llamar a fuego del cielo” a acabar con cualquiera cosa. Es muy fácil olvidar todos tenemos faltas y necesitamos misericordia, compasión y perdón.

Quizás podemos tratar de ser más conscientes de que cuando observamos las faltas de otros y estamos listos de juzgar, recordemos la merced de Dios para ellos y nosotros.

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