XIV
Domingo Ordinario
Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo;
que la palabra de Cristo habite en ustedes
con toda su riqueza.
Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo;
que la palabra de Cristo habite en ustedes
con toda su riqueza.
Aleluya, aleluya.
En el evangelio de hoy, según San
Lucas, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir. En
los lugares donde fueran aceptados debían curar a los enfermos que encuentren
y díganles: 'Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios'. Pero en donde no
encontraran bienvenida debían sacudirse el polvo de los zapatos y su juramento sería
peor que Sodoma. Volvieron los discípulos
jubilosos. Jesús les dijo: “Pero no se alegren de que los demonios se les
someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el
cielo".
Muchas
veces necesitamos recordar que todo lo bueno que tenemos y hacemos viene de
Dios no de nosotros. Pero como los discípulos podemos alegrarnos que nuestros
nombres están escritos en el cielo, otra vez a gracias a Dios.
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