XV Domingo ordinario



XV Domingo ordinario

 Aleluya, aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida.
Tú tienes palabras de vida eterna. Aleluya, aleluya.

En el evangelio de San Lucas oímos el cuento del Samaritano Bueno. El maestro de la ley quiere entrapar a Jesús preguntándole cual es la ley más importante de la religión. Jesús en vez de contestarle, le hace una pregunta: “¿Qué dice la ley?” Bueno, el maestro responde, pero para justificarse le pregunta a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?” Jesús responde con el cuento. Después Jesús le pregunta al maestro de la ley: “¿Cuál de los tres se portó como el prójimo del hombre herido?” La respuesta del maestro debe de dejar un gusto malo en su boca porque tiene que responder que fue el Samaritano, que por causa de la historia entre los judíos y samaritanos no se querían. Jesús le dice que vaya y haga lo mismo. 

Muchas veces estamos listos a justificarnos con Dios con palabras, rezos y acciones para quizás que Dios no nos pida más. Pero si deberás estamos listos a oír y obedecer a Dios, el amor nos dirigirá como responder.

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