XIII Domingo Ordinario


XIII Domingo Ordinario

Te alabaré, Señor, eternamente. 
Escúchame, Señor, y compadécete; 
Señor, ven en mi ayuda. 
Convertiste mi duela en alegría,
te alabaré por eso eternamente.  
Te alabaré, Señor, eternamente.     Del Salmo 29


En el evangelio de hoy, según san Marcos, tenemos la historia donde  Jesús resucita a la hija de Jairo. Es interesante que uno de los jefes de la sinagoga viene a  Jesús a pedirle ayuda. Hemos visto en otras historias que los jefes de las sinagogas rechazan a Jesús.  Obviamente, Jairo estaba desesperado,  su hija de doce años, se está muriendo. También es sugestivo que san Marcos incluye la edad de la niña. En esta época, una niña de doce años está acercando la vida como mujer. Otro punto interesante es que Jesús solo permite a Pedro, Santiago y Juan que lo acompañen. Y por fin, ¿Por qué manda Jesús que le den de comer a la niña? 

Tomemos hoy un poco de tiempo de reflexionar sobre la compasión que Jesús demuestra al padre, Jairo, en resucitar su hija. ¿En qué situaciones podemos ver la compasión o merced de Dios? ¿Dónde vemos la mano de Dios ayudándonos u otros, levantándonos u otros, llamándonos u otros a responder en palabra o acción?


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