IV Domingo Ordinario
IV Domingo Ordinario Señor, tú eres mi esperanza. Se ñ or, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti conf í o. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y t ú me sostenías. Señor, tú eres mi esperanza. Yo proclamar é siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me ense ñ aste a alabarte desde ni ñ o y seguir alab á ndote es mi orgullo. Señor, tú eres mi esperanza. de Salmo 70 Santo Evangelio: Lc 4, 21-30 En la lectura del evangelio para este próximo domingo, Jesús va a su propio pueblo y se revela como el Mesías prometido, pero lo rechazan; así que el mensaje del evangelio va a los gentiles. La historia nos muestra algunas razones por las que las personas religiosas a menudo rechazan a Jesucristo. Al principio, el pueblo de Nazaret se enorgullece de que uno de los suyos haya alcanzado algún renombre. Lo escuchan predicar pero cuando Jesús empieza a hablar de la viuda y Naamán, ambos gentiles, y de cómo Dios los trató, se enfad