XXIV Domingo Ordinario
XXIV Domingo Ordinario
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor:
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
Aleluya, aleluya. Jn
13, 34
Hoy vemos según el evangelio de San Mateo, a Pedro preguntándole
a Jesús si perdonar a alguien siete veces era lo máximo en perdonar a esa
persona. Jesús le contesta con un dicho que significa que uno debe de perdonar
siempre.
Aquí, uno puedo parar y reflejar en por que Pedro hizo
la pregunta y como se sintió con la respuesta de Jesús.
Jesús trata de aclarar su respuesta a Pedro con un
cuento de un rey y su servidor. El servidor no puede pagar lo que debe y pide
merced. El rey le extiende la merced y lo deja ir. Llego este mismo servidor
encuentra a un compañero que le debía un poco de dinero. El servidor pidió más
tiempo para pagar pero el que fue perdonado por el rey, lo tomo por el cuello y
lo hecho a la cárcel. Los que vieron lo que paso estaban indignos y le contaron
al rey lo que había pasado. El rey lo llamo y lo entrego a los cobradores que
no lo soltaran hasta que pagaría todo la deuda. Lo entrego el rey por no
tenerle clemencia como él (el rey) le tuvo a él (servidor ).
En el Padre Nuestro encontramos la frase: “…y perdona
nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofendan…”
¿Cuántas veces has rezado esta oración y te sientes intranquilo?
Intranquilo
porque quizás tienes situaciones donde no has perdonada a los que te han
ofendido. El perdón negado a alguien nos hace más daño a nosotros que al que no
perdonamos.
¿Qué tienes que hacer para perdonar a los que te
ofendan?
https://www.slideshare.net/Pablo_Garegnani/catequista-testigo-de-la-misericordia
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