IV Domingo de Adviento
Ya llega el Señor, el rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares,
él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Ya llega el Señor, el rey de la gloria. Salmo 23
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares,
él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Ya llega el Señor, el rey de la gloria. Salmo 23
“Mateo
en este evangelio coloca a José como la figura central en el plan de Dios para
venir entre nosotros como la presencia encarnada de Dios. José también renunció
a sus propios sueños, sus planes y sus esperanzas de crear su propia familia,
nombrar a su propio hijo y tener su propia descendencia para continuar con su
línea familiar. En cambio, aceptó el plan de Dios. Aceptó la familia de Dios y
la hizo suya.
Una
cosa es tener fe en que Dios está trabajando en esta situación única, pero otra
es entregar nuestro propio deseo y nuestros planes para la propia vida a fin de
cooperar con lo que Dios está haciendo. Esto puede ser aún más difícil cuando
uno ha vivido su vida tratando de ser fiel a la ley y el camino para vivir una
vida en relación con el deseo de Dios. A veces, José es despedido como el padre
adoptivo de Jesús, que pasa rápidamente de ser notado en los Evangelios y en
nuestra propia reflexión.
La
Iglesia, al colocar este texto evangélico el último domingo de la temporada de Adviento, nos invita a reflexionar sobre José como modelo para nuestra propia
preparación para la Navidad, y también como un modelo de cómo nos preparamos
para la segunda venida y la presencia más plena de Dios.”
Esta
semana toma tiempo en reflejar el papel de José y como puedes hacer más como él.
Los
antecedentes del Evangelio anterior para la tercera semana de Adviento fueron
escritos por el Padre Paul Gallagher, OFM.
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